lunes, 18 de octubre de 2010

El café

Para muchas personas y culturas el café significa un disfrute único: desde tomar a solas un café puro, hasta los momentos en que se sirve cuando uno está en grata compañía o en una cargada reunión de negocios.
Todo empezó, dice una leyenda, cuando un pastor etíope (en la provincia de Kafa) descubrió que sus cabras tenían mayor vitalidad cuando consumían unos frutos rojos que colgaban de un arbusto. Llevó estas semillas a un abad, quien empezó por hervir las semillas y probar en sí mismo sus efectos. Como la bebida resultante era de muy mal sabor tiró los restos a una hoguera, donde quedaron algunos granos, que mientras se quemaban empezaron a despedir un agradable aroma. No pasó mucho tiempo para que empezaran a tostar el café y descubrir su sabor e influjo en el ánimo. Maravilloso, inmortal y sublime instante en que el primer humano tomó el primer sorbo de café… desde aquel infinito segundo, se determinó el destino universal de esta bebida.
Se documenta que llegó en 1600 a Europa, y en 1689 a América, donde fue recibido y adoptado con entusiasmo. En 1727, se estableció la primera plantación en Brasil. En 1785, el café hizo su aparición en Colombia, donde su explotación ha llegado a constituir una de sus más importantes actividades económicas. En Costa Rica, España, Portugal y Río de la Plata es frecuente el consumo de café torrado o torrefacto (tostado con azúcar).
Un café de alta calidad exige que desde la siembra hasta su consumo, se sigan exigentes controles de calidad: en la recolección, el secado, la selección, el pilado, el tostado, incluso en la molienda. Un buen café, considerado como tal en el mundo se denomina café gourmet y significa que ha sido producido, no solo con altos estándares en todos sus pasos sino que lleva implícita una garantía en su sabor.
Existen casi tantas formas de preparar esta bebida como consumidores, y a ellos va dedicado este libro… para preparar este maravilloso regalo de Dios.

Horas para tomar café

En la mañana para empezar el día renovados y con energía mental.
En la tarde para analizar los logros que se van obteniendo.
En la noche para refrescar los pensamientos y proyectar un mañana mejor…
Y, además, a cualquier hora que el espíritu, la situación o la sensualidad lo exija.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos, y feliz día del corrector. Disculpe, más bien, por desviarme del tema, pero acabo de encontrar un extracto que usted escribió en el 2006 referente a esta fecha, en el siguiente link http://www.revistazo.biz/cms/index.php?option=com_content&view=article&id=1505:dia-del-corrector-de-textos&catid=13:varias&Itemid=7#josc13327
Supongo que estará de acuerdo conmigo en que la copia no es la muestra más sincera de admiración, ¿pero qué tipo de acciones se pueden hacer en estos casos? Tal vez, tomarse un café para relajarse y disfrutar. Feliz día, nuevamente.
Sheyla

Fernando Carbajal dijo...

¿Qué se puede hacer? Creo que casi nada. Quizás como tú, hacerles ver que han copiado algo. Y aún más siendo redactores de oficio.

Pero, sabes, la verdad, verdad, por otro lado, me halaga que me copien, interpreto que alguien quiere apropiarse de algo que le ha gustado y que siente como si fuera suyo. Otro tema, claro, es la cuestión ética y el orgullo que son dejados de lado por el copista. (Recuerdo, aunque no viene al caso, que Umberto Eco dijo algo como que si la copia no deja rastros de que sea copia, es un trabajo valioso).

Y gracias por los saludos. ¿Te dedicas a algo relativo a la redacción también?